Los
conejos —también conocidos como damanes en algunas versiones bíblicas— son
criaturas pequeñas y aparentemente indefensas. No tienen garras poderosas ni
colmillos afilados para defenderse. Sin embargo, la Biblia dice algo fascinante
sobre ellos:
“Los conejos, pueblo nada fuerte, y ponen su casa en la piedra.” (Proverbios
30:26)
Este
simple versículo nos revela una gran lección de sabiduría. Los conejos no
confían en su fuerza ni en sus habilidades; saben que su seguridad está en el
lugar donde deciden habitar. Ellos no se construyen guaridas en terrenos
blandos o inseguros, sino que buscan la roca, la firmeza, el refugio sólido.
¿Cuántas
veces nos sentimos como ellos? Pequeños frente a los desafíos de la vida,
frágiles ante los ataques del enemigo. Pero como los conejos, no estamos
llamados a confiar en nuestras propias fuerzas, sino a edificar nuestras vidas
sobre la Roca que es Cristo.
Jesús
mismo lo dijo en Mateo 7:24-25: "Cualquiera, pues, que me oye estas
palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa
sobre la roca..."
Los
conejos no tienen poder, pero tienen sabiduría.
No tienen defensa, pero tienen discernimiento.
Y esa sabiduría los lleva a sobrevivir y prosperar.
¿Dónde
estás construyendo tu casa?
¿En emociones, en la opinión de los demás, en tus propias fuerzas?
Hoy es un buen día para hacer como el conejo y correr a la Roca eterna. Ahí hay
refugio, seguridad y vida abundante.
Los conejos no tienen poder, pero tienen sabiduría.
ResponderEliminarNo tienen defensa, pero tienen discernimiento.
Y esa sabiduría los lleva a sobrevivir y prosperar.